Fascinante Fascismo

Fascinante Leni

Tengo la serena convicción de que esta entrada va a levantar muchas ampollas, pero esta vez prometo que no tiene ningún componente de joder a mis pocos, y queridísimos lectores. Quien me ha leído alguna vez sabe que tengo la capacidad innata de meterle el dedo en el ojo a todo hijo de vecino, pero este post no lleva esa intención, lo prometo.

«Bajo un manto de serena belleza pueden esconderse algunas ramificaciones del mal más absoluto. Desgraciadamente la historia nos ha mostrado hermosas máscaras (condesa Bathory, Marques de Sade, Ted Bundy…) que escondían la maldad más animal y descarnada. Pero debemos tener cuidado, porque si miramos con intensidad a los ojos de ese «hermoso mal» nos veremos atrapados por su letal embrujo para siempre.»

El 4 de abril de 1915, casi un año después del inicio de la 1ª guerra mundial, el soldado-poeta germano Hans Leip, de apenas 18 años, se había enamorado de la hija del tendero que vivía enfrente de su cuartel. Pensando en ella y en la inminencia de la muerte, ya que al día siguiente partía para el frente, escribió esto:

Frente al cuartel,
delante del portón,
había una farola,
y aún se encuentra allí.
Cuando queramos volver a vernos,
nos encontraremos bajo la farola
Como entonces, Lili Marleen.

Ya pasada la Gran Guerra (como así se llamó a la Primera Guerra Mundial), y la antesala de la segunda, el entonces poeta Hans Leip editó una antología poética en 1937, donde incluyó el poema anterior (ampliado), y que fue musicado en una primera versión por Rudolf Zink.

1º versión grabada en 1937

Perdón por mi disgresión histórico-musical, pero en este post se van a entremezclar dos historias verdaderas, que se entrelazarán en algunos momentos, y que llegarán hasta nuestros días.

El 22 de agosto de 1902 nació en Berlín una hermosa niña, bautizada al nacer como Helene Bertha Amelie Riefenstahl, desde muy joven escribió poesía y pintó, pero sus años de juventud fueron llenados por su amor incondicional a la danza en todas sus expresiones (danza y ballet clásico, gimnasia rítmica, improvisación, baile de fantasía…).

La joven Helene hizo su primera aparición en cine en un documental de 1925, que fue el comienzo de su fulgurante carrera en el cine, como actriz y directora.

Caminos hacia la fuerza y la belleza

En el año 1932 Helene acudió en a un mítin nacionalsocialista en el Palacio de Deportes de Berlín, y cayó fascinada por el magnetismo de Hitler. Luego la historia ya es suficientemente conocida, y fue objeto de mi post «El ruido y la furia», pasando a la historia como Leni Riefenstahl, la cineasta del régimen nazi.

Como comento en el post, en el año 1974 la editorial Harper & Row, editó el libro de fotografías.

Dicho libro sirvió de punto de arranque de un artículo de la escritora norteamericana (de origen judío), la neoyorkina Susan Sontag, con el título de este post. En dicho escrito se critica toda la impostura que la propia Leni hizo para tratar de tapar su pasado como nazi, y todo a pesar de superar dos investigaciones en dos momentos posteriores al fin de la guerra mundial, pero quedó exonerada de cualquier cargo, aunque su nombre siempre se ligó a tan terrible régimen. La escritora argumenta que, tras su obsesión por los cuerpos deíficos de los guerreros africanos, sigue latiendo el espíritu que guiaba a la ideología nazi: «…el contraste entre lo limpio y lo impuro, lo incorruptible y lo manchado, lo físico y lo mental,…» En resumen, lo que exaltaba Leni en esta obra eran los mismos valores que el nazismo había tratado de perpetuar, y que en su caso siempre fue una nazi (aunque disfrazada con otros barnices).

En su personal teoría, Sontag, recurre a un segundo argumento, por el cual sostiene que con el paso de los años, y el olvido de las salvajadas de la segunda guerra mundial, se ha instalado entre ciertos colectivos una fantasía por determinados uniformes, y pone el siguiente ejemplo.

Un libro que apareció en 1995 y se podía comprar en tiendas de revistas incluso de aeropuertos, o en librerías de adultos. Este libro alimenta la fantasía de ciertos colectivos, especialmente el de los homosexuales, por uniformes de llamativos colores, grados, insignias, medallas, etc. y más concretamente de las SS. Eran uniformes elegantes, bien cortados, con un toque de excentricidad, dicho libro es un compendio casi de una fantasía sexual, donde la autora afirma que «el mensaje del fascismo ha sido neutralizado por una visión estética de la vida, y sus adornos han sido sexualizados, hecho que se ha alimentado con bastantes películas.

La caída de los dioses
Portero de noche
Salón Kitty

La autora añade que «entre sadomasoquismo y fascismo hay un vinculo natural. El fascismo es teatro, como dijo Genet, y así mismo la participación en la sexualidad masoquista es tomar parte en un teatro sexual».

El principe Harry de Inglaterra

Todos esos elementos se hayan presentes en cierta parte de imaginario actual, y exacerbados posiblemente por colectivos que más opuestos están a las gentes que crearon aquella estética. Sinceramente, creo que es una expresión más de nuestra enferma sociedad.

Pero volvamos a la historia de la canción más famosa en periodo de guerra. Tras la versión fallida de 1937, que hemos escuchado arriba, en el año 1939, al compositor alemán Norbert Schultze también le interesaron las poesías de Hans Leip y una de las que eligió para musicar fue “Lili Marleen”. Así, el 1 de agosto de 1939 y en los “Berliner Electrola Studios”, Lale Andersen grabó “Lili Marleen” versión de Schultze”.

La segunda guerra mundial comenzaría justamente un mes después de esta grabación, el 1 de septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte de Alemania. El éxito que alcanzó Lale Andersen cantando esta canción es de sobra conocido. Se vendieron cientos de miles de discos y fue escuchada por millones de personas y se convirtió en “La Canción” de la II Guerra Mundial” de ambos bandos. 

Como curiosidad añadir que tras el inmenso éxito de esta canción, existe una historia con halo de «romanticismo cruel», ya que una sobrina del médico judeo-alemán Sigmund Freud, se llamaba Lilly Marlé, y se arrogó de forma propia el verdadero origen de la chica a la que iba destinada dicha canción, hecho que fue desmentido por Hans Leip el propio compositor de la canción y el poema.

Es curioso a veces como elementos tan distintos se van engarzando, como en una pulsera de brillantes, trascienden los propios hechos que los originaron, y se lanzan a la profundidad del futuro. Como una historia que casi arranca a finales del siglo XIX, se pasea de la mano de las dos guerras más destructivas de la historia del siglo XX, que a su vez dieron paso a una canción inmortal, y por la que se entrecruzan poetas-soldados, asesinos genocidas, directoras de cine, perversos sexuales e intelectuales neoyorkinas (todos los protagonistas de esta historia fueron coetáneos y convivieron en el tiempo, de hecho Leni Riefenstahl murió en los arranques del siglo XXI, el 8 de septiembre de 2003, y tenía 101 años).

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