Sueños eléctricos

El mecanismo más complejo y uno de los más desconocidos, soñar, pero no sólo es patrimonio único del ser humano, también los animales sueñan (al menos los mamíferos). Es un lugar en el que todos habitamos durante una buena parte de nuestra existencia, donde algunos quisieran vivir a tiempo completo, y al que acuden de forma artificial aquellos a los que les pesa tanto la jodida cotidianeidad (joder lo he escrito de una vez y sin equivocarme), como si al resto no nos costara salir de ese INABARCABLE UNIVERSO.

A veces el origen de un post, es sólo una imagen, un recuerdo, una canción o una frase, hoy ha sido el inmenso Rick Deckard, el que perturbó nuestros sueños de lesa humanidad, allá por el año 1982, traslandonos a un futuro/pasado 2019, que no se parece en muchos aspectos al nuestro, pero por eso siempre nos quedará esa hermosa/terrible babilonia llamada BLADE RUNNER….

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No Time to Write

«Este no es el final amigos, pero casi, sin tiempo ni para morir, aunque muchos me hayan dado por muerto (verdad Javier, ya te gustaría que escribiera sólo para tus ojos), pero aquí sigo vivito y coleando. El mundo nunca es suficiente para que toda mi mala baba y retranca se acaben algún día, como aquellos diamantes para la eternidad. En este jodido presente de telediario, que nos ha tocado vivir, donde esa infausta guerra enviada desde Rusia con amor, de la que ni quiero ni voy a hablar, nos ha enseñado que la máxima parece que es la de vive y deja morir. Siempre nos queda el consuelo de que el mañana nunca muere, y ese es el territorio donde se sigue construyendo, no sin verdadera dificultad, el Palacio de mi Memoria (espero que lo entiendas ahora Miriam), Desde que empecé este blog, de la mano de la depresión, he aprendido que sólo se vive dos veces (y esta es mi segunda vida, la que perdurará para siempre en el océano de la información). Como un fiel escudero un día decidí ponerme al servicio de su majestad la PALABRA, y en ello ando todavía, repartiendo a diestro y siniestro, y he decido que hoy no toca, que ya moriré otro día

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Falsas apariencias

Creo sinceramente, que a lo largo de nuestra vida, en algún momento hemos deseado ser otro, vivir la vida de otros o aparentar al menos que somos otros. He ahí quizás la raíz profunda de tradiciones como la cristiana del Carnaval o la anglosajona de Halloween. Luego están los travestismos, las despedidas de soltero/a temáticas, o ya pasando al mundo de los profesionales, los estafadores, que hacen de su apariencia ficticia una nueva identidad para engañar a otros con afán de lucro.

Pero, sinceramente, en el último post del año no me quiero poner para nada trascendente, sólo trataré de sorprender, de demostrar que esta costumbre de ser quien no somos, es más común de lo que pensamos, o tal vez sea que en el fondo somos tan complejos que queremos vivir varias vidas en una sola (aunque sea un valle de lágrimas, je, je, je). Yo también vivo detrás de una máscara, y me gusta ocultar mi verdadera identidad, o es que soy tan complejo que no soy capaz de conformarme con una sola máscara, y que mi verdadera cara oculta lo insondable de mi alma como Dorian Grey?…

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Malotas

Veronica Lake / Kim Bassinger (como Veronica Lake)

«Me gustan las mujeres rubias, duras, suaves y llenas de pecados» (Raymond Chandler). Hoy voy a dar un giro de 180 grados tras mi post de ayer, que ciertamente tenía un cierto tufo homofilo (pensarán las mentes adviesas que me espían desde la oscuridad), así que hoy todo será glamour, melenas largas, piernas infinitas y lenguas viperinas, y un emocionadísimo canto a la feminidad en el cine, pero la que cuenta con un punto macarra y puñetero, porque sí, lo reconozco, me gustan malotas, aunque en esa guerra siempre termino perdiendo yo, que soy en el fondo más sensible que el culito de mimosín. Miremos atrás pues, porque en esta cuestión, cualquier tiempo pasado fue infinitamente mejor.

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Almas de metal

Metrópolis (1927)

El anhelo más antiguo del hombre ha sido el de emular a su propio creador, de convertirse a su vez en una deidad. Ya en la mitología griega clásica, el personaje de PROMETEO, el titán que robó a los dioses el fuego para los hombres, y que en algunas versiones fue él mismo el creador de la humanidad, inspirando a muchísimos creadores posteriores para referirse a la osadía del hombre de hacer o poseer las cosas divinas, entre ellas el poder de crear vida como un Dios (al margen del proceso natural de la reproducción).

Castigado por su pecado, Prometeo fue encadenado por los dioses a una piedra y condenado eternamente a la tortura de que un águila le devoraba el hígado, que le volvía a crecer y ser devorado de nuevo en un círculo sin fin.

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El sonido del dolor

Dicen que la sensación de dolor es una sensación sorda, sin sonido alguno, es un estremecimiento físico o psicológico que, en el mejor de los casos, te recorre una parte del cuerpo (una pierna, un brazo, el pecho, el cuello, etc), y en el peor de ellos es algo más intangible, que no puedes identificar con algo físico, que remueve los cimientos de tu vida, que te hace llorar lágrimas invisibles de sangre, que cuestiona en un momento lo que eres, lo que has vivido, o los objetivos por los que te levantas todas las mañanas. Y muy en los peores casos ese dolor intangible, ancla tu vida a una cama, ciega todas las ventanas de tu existencia, y te sumerge en un pozo insondable. Creo que todos sabemos de lo que hablo.

Pero ¿hay alguien que pueda poner sonido a ese dolor más insoportable? Creo sinceramente que una persona muy singular en el otro extremo del mundo lo ha conseguido, y también creo que no nos hemos ni enterado, el ruido ensordecedor de nuestra intrascendente vida diaria, ha acallado ese sonido tan especial. Aquí no encontraremos Dolor y Gloria (de nuestra reinona patria muy pagada de sí misma), aquí encontraremos DOLOR, SOLEDAD Y MUERTE, compañeras que, inevitablemente, a todos nos acompañaran en algún momento de nuestras frágiles vidas…

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Cinema vida

Léaud, Bisset y Truffaut en la «Noche Americana»

Alguien mucho más sabio que yo me dijo una vez «si te gusta el cine, nunca hagas cine». Y cuando hice cine lo entendí. Sí, hicimos un cortometraje semi profesional, con una gente que se dedicaba al cine, en una universidad de verano en Alicante (a lo mejor da para un post, aunque ya ha salido algo en Los Paraísos Perdidos). La clave es que cuando lo haces desde dentro se pierde toda la magia, se ven todas las costuras, es una obra de artesano, con trabajo, esfuerzo, malas caras, muchas horas, etc. Pero nosotros la verdad nos lo pasamos como niños (que es casi lo que éramos).

El cine ha sido mi droga dura, mi vía de evasión principal, la herramienta que me salvó de una vida que no era la que deseaba, la que me ayudó a vivir con mis traumas y mis complejos, la que me enseño muchas cosas de la vida desde el salón de casa, y sobre todo la que me abrió un enorme universo de otros mundos, de otros países, ciudades, gentes, culturas, etc. Pero también el cine formaba parte de la vida de nuestra generación de manera muy directa (y la de otras anteriores a mí), vivir en un pueblo pequeño, perdido en el confín de la tierra, tenía unas pocas liturgias. Una era la de las misas, y la otra la de las tardes de cine, de pipas en asientos de madera, de chucherías, del primer amor infantil, era el epicentro donde bullía la poca vida social que había en el pueblo. Eso es el cine para mí..

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La fragilidad de vivir

En estos tiempos modernos que nos ha tocado vivir (remembering Chaplin), BAJO UN TENUE MANTO DE LIGEREZA, INTRASCENDENCIA, VACUIDAD E IMPOSTADA FELICIDAD CONSUMISTA, encontramos todo un universo de insatisfacciones, sueños truncados, anhelos no cumplidos y esperanzas marchitas. El maldito juego de las apariencias, ya que vivimos una vida que no deseamos, buscando algo que en el fondo no merece la pena, que estamos embarcados en una odisea sin fin hacia ningún lugar, cuando recorremos todos los confines de este pequeño y castigado mundo en busca de un «El Dorado», que se encuentra mucho más cerca de lo que creemos, en un lugar en el que a casi nadie se nos ha ocurrido buscar, en el fondo recóndito de nuestra frágil alma.

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Chet Baker (la larga noche hacia la autodestrucción)

Sábado, 21 de mayo de 1988, Inglewood, California, un grupito heterodoxo de treinta y cinco personas se arremolinaba alrededor de un féretro en el cementerio de Inglewood Park, un barrio residencial para negros en las afueras de los Ángeles. Una semana antes había muerto el músico con «el lamento más hermoso del siglo XX».

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La mirada incómoda

Bajo el brillo y el oropel vacuo de esta sociedad edulcorada, falsa como un decorado del oeste, y aparentemente perfecta que nos venden a través de todos los medios posibles, se esconde otra realidad dura, fría, desnuda y árida. Pocos artistas que hayan trascendido se han acercado a ese abismo insondable, que te atrapa y no te suelta, que te deja una herida en el alma, pero que está mas cerca de lo que pensamos, y ni nosotros, ni los que queremos estamos liberados de caer en él. La vida también es esto…

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