
Hoy voy a escribir siendo especialmente respetuoso y no voy a hacer ninguna broma, aunque mirando a nuestra «flora y fauna» política, se me ocurren un puñado. Voy a hacerlo sin embargo desde la profunda admiración a esos maravillosos «seres invisibles». Tomando el ejemplo de mi post del 14 de febrero, es un homenaje «silencioso» sin decir lo que celebro con este humilde post, para que cada cual saque sus propias conclusiones.
El día 28 de febrero se estrenó en España la película «El hombre invisible», última versión cinematográfica de un clásico de la literatura escrito en 1897 por el grandísimo H. G. Wells. Mi idea inicial era poner una fotografía de la película (por similitud con el tema a tratar), y jugar al despiste como siempre hago, sobre todo porque la actriz principal de la película, Elizabeth Moss, ya fue una de las protagonistas de la inmensa Mad men, que está relacionado en gran manera con el contenido de este post. Siento a veces ser tan críptico, pero esto es parte del Palacio de mi Memoria, y todo está interrelacionado, por eso me hago autorreferencias, me estoy liando como la pata de un romano, lo siento de veras….

Lágrimas negras
Una caerá por cada buen año
Rodando por mi cara
Por dentro me estoy muriendo
Por fuera estoy llorando lágrimas negras
«…Las mujeres por naturaleza no son inferiores a los hombres, y aunque pueden parecer serlo es debido a que no reciben la misma educación que los hombres, y ambos deberían ser considerados como seres racionales.»
Esto lo escribió la señora que aparece en la cabecera de este post en el año de nuestro señor de 1792. Este maravilloso «ser invisible» había nacido en Inglaterra en 1759, y tras una vida sentimental turbulenta para la época, se casó con William Godwin (uno de los precursores del movimiento anarquista) en 1797. De esa unión nació una hija (su segunda hija, ya que había tenido otra de una relación anterior). Pero desgraciadamente murió por complicaciones en el parto de su hija Mary, unos pocos meses después de casarse. Esa inmortal mujer se llamaba Mary Wollstonecraft, la obra a la que nos referíamos antes se llamaba «Vindicación de los derechos de la mujer» (que sentó las bases del feminismo moderno a finales del siglo XVIII !!!!!!!!!). Pero su historia no acaba ahí, con su muerte nació una leyenda aún mayor…
«El sueño de la razón produce monstruos» Grabado de Goya de 1799.

Dos años antes de que Goya pintara este grabado, había nacido una «ser invisible muy especial». No sabemos si algún momento de su vida pudo haber visto esta obra, aunque fue coetánea a la misma. Vivió en Inglaterra, pero también viajó por parte de Europa, viviendo en Francia e Italia una temporada. Siempre estuvo bajo el influjo de su madre, a la que nunca conoció, ya que había muerto en el parto. Y luego vivió bajo la sombra de su marido, el gran poeta Percy Bysshe Shelley, quien falleció prematuramente a la edad de 29 años. Pero este ser extraordinario ha pasado a la historia por lo que hizo una noche de verano del año 1816, con tan sólo 19 años…
«Vi, con los ojos cerrados pero con una nítida imagen mental, al pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al objeto que había armado. Vi al horrible fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con un movimiento tenso y poco natural. Debía ser terrible; dado que sería inmensamente espantoso el efecto de cualquier esfuerzo humano para simular el extraordinario mecanismo del Creador del mundo.«
Esa jovencita se llamaba Mary Wollstonecraft Goldwing, de nombre de casada Mary Shelley, fue madre de tres hijos naturales y uno literario. De sus tres hijos dos murieron prematuramente, pero el que ha sobrevivido hasta hoy en día fue su hijo literario.


Esta mujer es considerada hoy en día por historiadores de todo el mundo como una de las figuras principales del romanticismo, de gran importancia por sus logros literarios, y de gran calado por su feminismo y liberalismo militante, heredado de sus padres filósofos, y complementado por las aportaciones de su esposo poeta, sin desmerecer un ápice sus propios logros.

Lo que me dio la idea de este post fue el descubrimiento, en una librería de nombre fabuloso «Los libros prohibidos», la novela de esta autora Galesa, Rohda Broughton. Compilación de cinco cuentos de temática gótica y sobrenatural, historias de fantasmas, de casas encantadas, etc.

Se considera a esta autora como una de las maestras del cuento sobrenatural. Su vida trascurrió entre 1840 y 1820, coetánea de Charles Dickens, Wilkie Collins, Henry James o el irlandés James Joyce. Desgraciadamente eclipsada por el talento de muchos de sus colegas hombres, que también escribieron historias sobrenaturales, pero para nada su talento era inferior al de ellos. Vivió de la literatura toda su vida, por la muerte prematura de sus padres, y ayudada por su tío político el escritor Sheridan Le Fanu (escritor irlandés famoso por sus novelas de misterio), que supo ver y apoyar su talento.
Pero el caso de esta mujer no es único, otras autoras también contribuyeron con su obra a desarrollar este género.



«…El hecho de ser doblemente marginalizadas, por género y sexo, dotó a todas estas autoras de voz para examinar los terrenos victorianos subyacentes. Sus experiencias como mujeres victorianas desprovistas del derecho a votar, con escasas posibilidades para ganar su propio dinero o gestionar sus propiedades, reflejan exactamente el fantasma del abandono y la marginalidad. Mujeres y fantasmas eran colocados como <el otro> en la sociedad a través de su asociación con el ambiente doméstico, la irracionalidad y los puntos de vista alternativos (los fantasmas eran percibidos normalmente por los sirvientes, los niños o las mujeres, lo que revela una afinidad diferente de las experiencias racionales tradicionales masculinas)…Los relatos de estas autoras crean una comunidad específicamente femenina basada en una serie de creencias y experiencias comunes, y revelan el horror y el dolor latentes en las ordinarias vidas humanas…» (Dra. Janine Hatter, Universidad de Hull).

No me gustan las etiquetas, ni las banderitas, ni los eslóganes facilones, ni las escenitas ultras en topless, me gustan las mujeres valientes, luchadoras silenciosas, que con un inmenso talento y generosidad, lucharon (y luchan) por un mundo más igualitario y justo (en la música, en la literatura, en la educación, en la filosofías, y hoy en día hasta en el hipermasculino mundo de los videojuegos, etc.).
HOY NO HABÍA CABIDA PARA BROMAS Y CHANZAS, SÓLO RESPETO Y ADMIRACIÓN A TODAS ELLAS, Y SOBRE TODO A LAS QUE SE LEVANTAN A LAS 7 DE LA MAÑANA PARA CURRAR Y LEVANTAR ESTE JODIDO PAIS DE PANDERETA. MI MÁS PROFUNDO Y HUMILDE HOMENAJE.
👍
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